It’s something unpredictable
2024 también fue el año de las elecciones, en el que población equivalente a cerca de 60% del PIB global se sometió a votaciones. Sin duda, la más importante fue la de EE.UU., en la que Donald Trump triunfó, y logró obtener mayoría el partido Republicano tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado.
La pronta asunción de Trump al poder (20 de enero), es probablemente una de las fuentes del aumento de la volatilidad en los mercados desde diciembre del año pasado. La eventual implementación de los anuncios realizados durante su campaña elevaría significativamente la incertidumbre, incluyéndose dentro de éstos la imposición transversal de aranceles, deportaciones masivas de inmigrantes, recorte de impuestos, presionar la soberanía de sus vecinos y nuevas políticas de desregulación. Sin embargo, en la medida que el gobierno entrante vaya dando luces de cuáles serán sus principales prioridades, el ruido comenzaría a disiparse. No obstante, la volatilidad podría permanecer en el corto, y hasta mediano, plazo.
Otra fuente de volatilidad en diciembre fue el sesgo adoptado por el FOMC (Federal Open Market Committee) en la última reunión del Fed (Banco de la Reserva Federal de EE.UU.). A pesar de que la entidad continuó con el recorte de tasas en línea con lo esperado – llevando la Fed Funds Rate a 4.25%-4.50%-, el comité adoptó una postura de mayor cautela hacia adelante. Las nuevas proyecciones y el dotplot mostraron un cambio en las perspectivas de la autoridad monetaria, que pasó de estimar cuatro recortes de 25 pbs. en 2025, a solo dos. A su vez, revisó al alza las expectativas de crecimiento e inflación PCE tanto para este año como para el próximo. La economía americana seguiría siendo resiliente y la inflación desafiante en la última milla.
El mercado reaccionó a estos cambios y comenzó a internalizar menos recortes de tasas para este año, lo que supuso otra fuente de incertidumbre. Algunos agentes del mercado incluso comienzan a internalizar que no esperan que el Fed continúe con los recortes este año, en este escenario de mayor inflación y resiliencia económica.
Las tensiones geopolíticas siguen siendo un foco de preocupación global y recientes discursos de Donald Trump dan a entender que posterior a su toma de posesión, algunos conflictos podrían incluso escalar, apareciendo un nuevo origen de inestabilidad. De todas maneras, esto sería solo en el corto plazo, en tanto en el mediano plazo y en línea con su gobierno anterior, el mandato de Donald Trump estaría asociado a una menor intensidad de tensiones bélicas/armadas.
Probablemente el principal objetivo y foco de atención del presidente electo será China. El gigante asiático será una de las principales víctimas de los aranceles o amenazas de éstos de parte de Trump, que hasta cierto punto creemos que va a utilizar para alcanzar acuerdos. El destino del mercado accionario chino dependerá de la capacidad de su gobierno de hacer frente a estas amenazas e imponer estímulos que sean efectivamente capaces de impulsar la demanda interna. Hasta ahora no lo ha logrado de manera sostenida, y su posición en el entorno global y enemistad -hasta cierto punto- con EE.UU., harán que el mercado accionario chino sea más vulnerable a nuevos shocks.
Volviendo a 2024, y a pesar de que el mercado accionario estadounidense haya sido nuevamente el gran ganador, ampliando la brecha con mercados emergentes, 2025 parece estar “priced for perfection”. Aun cuando las valorizaciones de las acciones estadounidenses se han encarecido, y el equity risk premium (earnings yield – tasa del bono del Tesoro norteamericano a 10 años) del S&P 500 está en mínimos de más de 20 años, las perspectivas para la economía estadounidense son positivas; las proyecciones de crecimiento económico apuntan a una expansión sobre su potencial, con un mercado laboral sano y un consumo que sigue dando soporte.
Así, y en la medida que se acerca la asunción del nuevo presidente de EE.UU., y siempre sujeto a la impredecibilidad de sus palabras, el mercado podría a comenzar a internalizar que sus medidas no serían tan drásticas como sugirió durante su campaña, lo que podría gatillar un relief rally. De cierta forma, y dada su trayectoria como “hombre de negocios”, la rentabilidad del mercado accionario estadounidense sería una especie de termómetro de la aprobación de su gestión. A su vez, pensar en que no le va a preocupar la inflación tampoco parece sensato, considerando que fue una de sus principales banderas de campaña y ha sido una de las principales causas de estrés financiero de la clase media norteamericana.
Así, se mantiene la postura constructiva respecto del riesgo a pesar de la incertidumbre, con un leve overweight en acciones, pero a diferencia del mes pasado, se aumenta la sub ponderación en bonos, asignando una porción a caja dadas las nuevas fuentes de volatilidad. Dentro de la cartera accionaria, aumenta la preferencia por acciones estadounidenses y se mantiene la sobrexposición a América Latina, por su rezago y valorizaciones. En la cartera de renta fija, disminuye la duración tomando una sobre exposición en bonos del Tesoro norteamericano de 2 años mientras se sub ponderan papeles de 30 años.
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