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Monetary illusion
Monetary illusion

Agosto estuvo marcado por un claro apetito por riesgo de los inversionistas globales, con alzas transversales en las bolsas. Este buen desempeño de los activos se enmarca en un escenario donde comienzan a internalizarse políticas fiscales y monetarias expansivas, que darán soporte al crecimiento y permitirán que continúe el impulso accionario.

Donald Trump —hasta ahora— ha concretado varias de sus propuestas, llevando los aranceles a niveles no vistos en casi un siglo, los cuales se han transformado en su principal ficha de negociación. Hace algunos meses (link ), comentamos que el sistema financiero tendría que adaptarse a este nuevo orden político global y a las distintas fases de la administración Trump. Hoy creemos que la primera etapa terminó, dando paso a una segunda, que se caracteriza por el mundo acomodándose a esta nueva realidad global. Los inversionistas intentan dilucidar quiénes serán los ganadores de este nuevo orden, marcada por una mayor injerencia del Ejecutivo sobre el Banco Central y por el avance de la desglobalización.

Con Scott Bessent al mando, el Departamento del Tesoro estadounidense ha llevado a cabo una estrategia de evitar la emisión en la parte larga de la curva, para contener las alzas de tasas por las mayores presiones fiscales. En este sentido, la tasa del bono del tesoro a 30 años no mostró grandes variaciones durante agosto, pero a inicios de septiembre aumentó, acercándose al techo psicológico de 5%, en línea con las preocupaciones fiscales. Este fenómeno no es exclusivo de EE.UU., pues se observa también en Reino Unido, Canadá, Japón y Alemania, entre otros.

En este complejo escenario para el mercado de la renta fija, Jerome Powell adoptó un tono más dovish en su discurso de Jackson Hole, y abrió la puerta para retomar los recortes. El consenso ahora es que el Fed bajará la tasa de referencia en septiembre, lo que dio un nuevo impulso a las bolsas y activó este “Powell Put”, que podría prolongarse. Durante agosto, la autoridad monetaria siguió enfrentando presiones políticas con el despido de Lisa Cook por un presunto fraude hipotecario. Hacia adelante, el Fed seguirá lidiando con estos desafíos, en un contexto de una inflación que se mantiene persistentemente sobre la meta y datos de mercado laboral que vuelven a decepcionar en agosto. Una eventual aceleración de la inflación de servicios, producto de la resiliencia económica que se proyecta en EE.UU. con una política fiscal y monetaria expansiva, podría gatillar el retorno de un escenario de aversión al riesgo.

En cuanto a otras clases de activo, el dólar retomó las bajas durante agosto y gatilló un mayor apetito por riesgo por mercados accionarios de países emergentes, en particular América Latina y China. La debilidad del dólar históricamente favorece a materias primas, dejando fuera del análisis a soft commodities y energía, que tienen fundamentos distintos. En este sentido, los metales industriales siguieron al alza, de la mano de este escenario de mayor sustento para el crecimiento económico. Por su parte, el oro siguió al alza, acumulando una rentabilidad superior a 30% en lo corrido del año (al 31 de agosto), como una especie de activo anti-dólar y antes del inminente reinicio de recorte de tasas de parte del Fed.

En este sentido y a nivel del portafolio, para septiembre se decide mantener la posición neutral en acciones, subponderando Europa, Reino Unido y Japón, dada su fragilidad fiscal y problemas estructurales. En EE.UU., se reduce la sobreponderación en acciones tipo growth para asignar un porcentaje a value y small caps, en este escenario de resiliencia económica y ante una eventual rotación. En mercados emergentes, se mantiene la convicción en América Latina, cerrando el overweight en Asia EM ex. China por pérdida de momentum . En la renta fija, a pesar de esta manipulación artificial de la curva de tasas, se mantiene la subponderación a nivel de clase de activo, la posición corta en duración y se subpondera aún más la posición en bonos del tesoro de 30 años. A su vez, aumenta la preferencia por papeles emergentes, llevando a overweight la deuda en moneda local, en un contexto en que a pesar del valor que ya ha perdido el dólar en lo corrido del año, las monedas emergentes continúan subvaloradas y desacopladas de sus fundamentos.  Finalmente, se reasigna una porción de la caja a oro, considerando que puede seguir destacando ante la inminente baja de tasas.

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